jueves, 4 de marzo de 2010

Cold ocean.03


- Hummjum…-dijo volteándose a mirar al desconocido.

Reí nerviosa

- no no, no es lo que usted esta pensando, solo que es un poco sorprendente ver a alguien joven por aquí – dije

Me miro con caras de pocos amigos.

- No no digo, es que si, usted también es joven, pero de mi edad no he visto a…..

- Jajaja no te preocupes hija, entiendo….Los años pasan tanto en mi como en ti, solo que a ti no se te notan, pero esta bien, bueno me largo, aquí esta el dólar, y mi energía que ya absorbiste pequeña esponja celeste.-Dijo sonriendo mientras levantaba su pesado trasero del pequeño banco.

- Bueno, gracias, adiós, vuelva pronto-dije casi como una maquina intentado comprender eso de “pequeña esponja”.

Supongo que mi cara se desfiguro lo suficiente para que el silencioso-hasta ahora- Ronald se percatara.

- No te preocupes hija, ella siempre anda con sus cosas del yang Jung y las energías y libra leo acuario, y quien sabe en que otras cosas anda metida esa vieja.- dijo con una voz carrasposa imposible de no identificar.

- Ay señor! Tanta amargura, la verdad a mi también me gustan esos temas, pero no logré entender el sentido exacto de la esponja celeste, usted no ande tan pendiente de lo que hace la señora, venga aquí, tómese un té mientras yo intento escribir algo.-Dije mientras golpeaba suavemente el respaldo del antiguo banquito de la sra Greedwink. El señor Ronald apenas podía sostenerse por si solo, así que lo tome por el brazo, para que avanzara con más seguridad, lo ayude a sentarse y volví tras el mostrador.

- Asi que… tu hija, escribes…- dijo.

- Así es, es por eso que vine aquí pero no todo a salido como esperaba, quería terminar mi novela sobre los Robincs-que son unas interesantes criaturas verdes que habitan dentro de los bosques intentando no ser descubiertos hasta que una adolescente descubre a uno …y bueno ahí siguen otra serie de acontecimientos- pero me vi apretada de dinero y acepte el primer trabajo que me ofrecieron: de columnista en una revista de adolescentes…-dije bajando el tono de voz al final de mi relato.

- DE ADOLESCENTES, pero que le pasa al mundo de hoy pequeña, aquí ni jovencitos hay, y buscan gente para escribir en revistas cuando estamos todos estos viejos troncos perdiéndonos la oportunidad de leer una novela de estos días para avivar aun que sea por segunditos nuestra juventud y ganas de vivir… pero no…aquí nos tienen olvidados, aburridos y casi sin ganas de vivir.- vi como los ojos del sr. Ronald poco a poco empezaban a llenarse de lagrimas y no supe que decir, era la verdad…Estaban tan abandonados.

Mis ojos se llenaban de lagrimas junto a los suyos, pude sentir lo que el sentía, el abandono, el rechazo, el olvido de las almas, como era posible, que un hombre que dio vida a una familia, que rió, jugó, trabajó para poder poner cimientos y que sus hijos no pasaran frío…fuera olvidado, se llenara de polvo poco a poco como un mal libro antiguo….sin embargo soplamos el polvo de la portada gastada de “La Odisea” y seguimos con nuestras manos pegadas a sus hojas, siendo simplemente un antiguo libro gastado, que cuenta una y otra vez la misma historia…Y perdemos la oportunidad de conocer misterios guardados en la infinita mente humana.

Me sentí mal, por no haber conocido más a mi familia, y esconder mi nariz entre páginas amarillas. Me sentí egoísta de querer que otros metieran su nariz en mis libros para leer mis historias…y dejar de escuchar la de algún ser más cercano.

El señor Ronald me miro con detención mientras más pensamientos relampagueaban dentro de mi cabeza, se dio cuenta de mi confusión.

-Hija…Has tenido alguna cita últimamente?-

Su pregunta me sorprendió, mucho.

-No, por supuesto que no- dije entre risas.

-Te invito a una…-dijo sonriente, sentí como su mano áspera y delicada tomaba la mía.

-Acepto- dije sonriéndole

-Pero tu me llevas y me traes, además tu eliges el lugar, yo ya estoy muy anciano para esas cosas…-Frunció el ceño ….tras esos gruesos anteojos se ocultaban unos hermosos ojos verdes, que poco a poco se destiñeron con los años, debe haber sido guapo durante su juventud, lleno de vitalidad, rodeado de chicas hermosas, y ahora, aun conserva los rasgos, y me esta pidiendo salir a mi…jamás él hubiese pensado que terminaría así…rogando por compañía.

-Que tal señor…- Me vi interrumpida cuando una señora entro a comprar.

-espéreme, por favor señor Ronald- me enderecé para poder ver bien a la señora.

Miro todas las repisas y me pidió al menos 13 latas de diferentes alimentos, con dificultad alcanzaba las de más arriba, pero las alcanzaba….debía bajarlas más tarde ni yo ni menos la sra Greedwink podíamos alcanzarlas.

16 dólares con 25 centavos.

Y la señora se marcho.

-Disculpe, señor Ronald, que tal si salimos hoy luego de que yo cierre el local…-dije acercándome a su cara, como lo hacen las mujeres fatales.

-Me parece bien hija, entonces pasaré la tarde en la plaza que esta a unas cuadras, allí estaré, la casa azul número 847 es la mía, búscame ahí si no me encuentras. Bien, es hora de irme, Adiós.- Se levanto con dificultad, pero su bastón le dio las fuerzas necesarias para dar los 7 pasos que lo separaban de la puerta. Sujeto la puerta con sus pocas fuerzas para dejar que una mujer de unos 45 años entrara. Gracias dijo ella. El solo se sacó la boina y continúo.

-Adiós.- dije sonriendo.

-Hola, Buenas tardes en que la puedo ayudar?.- dije.

La mayoría de los que entraron preguntaron por la señora Greedwink, les respondía que estaba con gripe y la mayoría de ellos se alarmo, la deben de querer mucho en el pueblo. Tuve la valentía para preguntarle a un señor, de si el sabia hace cuanto la sra Greedwink tenía este negocio. 55 años, en el mismo lugar, con la misma señora atendiendo.

Tenia el respeto y el afecto de todos los del pueblo, se sorprendían al ver una nueva persona detrás del mesón, curiosos hacían preguntas, debo admitir que me sentí interrogada, pero felizmente no obtuve el rechazo de ninguno.

Escribí mi columna sobre el creciente desinterés de los jóvenes por conocer las vivencias de los ancianos. Primera vez que sentí que escribí algo productivo para la vida, probablemente lleguen reclamos por que la columna es muy aburrida, pero me quedo con el corazón tranquilo sabiendo que lo leyeron y quizás algo se les grabo en sus ocupadas mentes llenas de tecnología.

Saque un vino desde la repisa, deje los 8 dlls dentro de la caja, y cerré.

Subí a mi auto, llegue en pocos minutos a la plaza, no lo vi por ningún lado.

Busque la casa azul hasta que la encontré, estacione fuera y me baje.

Toque la puerta con una manilla que tenía la forma de una mano empujando una redondísima piedra, la puerta de madera antigua y oscura retumbo con un sonido grave y cerrado. El vecino, un viejito de piel oscura sentado en las escaleras fumando un puro, me miraba con sorpresa, y no lo juzgo, por que si era una escena lo bastante rara para observar.

Lo mire hasta que la pesada puerta en frente mío se abrió, el señor Ronald, estaba perfectamente vestido, con un traje azul marino perfectamente planchado, un pañuelo en el bolsillo de la chaqueta, un sombrero que le hacia juego con su perfecto terno, zapatos negros perfectamente lustrados, su pelo desordenado como siempre. Observe como con dificultad buscaba algo en su bolsillo, sosteniendo con la otra mano el bastón, sacó una hermosa rosa azul y la estiró hacia mí.

Levante la mano para alcanzar la rosa, le ofrecí mi brazo izquierdo para que se sostuviera mejor.

-Esta muy sexy esta tarde señor Ronald- dije bromeando.

-Siempre he sido así nena- Me devolvió la broma.

-Adiós vecino…- le dijo el hombre de piel oscura.

-Hasta mañana señor.- dijo agachando la cabeza.

-Adiós – dije yo, levantando una mano.






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