martes, 23 de febrero de 2010

Cold ocean.02

me abrigue, el techo se veía escarchado, baje las escaleras lentamente contando, 1..2..3…17…, camine a la cocina me serví una leche y cereal, metí unas cuantas leñas y palos a la chimenea y me senté junto a la ventana a desayunar, cuando ya termine de tragar, lave los platos y Salí de la casa por la puerta de la cocina, el pasto estaba húmedo y me congelaba los pies, sentía el frío, y disfrutaba de el, me detuve bajo el gran manzano que no daba manzanas, si un manzano que no daba manzanas por que bueno quizás que diantres de árbol era pero para mi era un manzano, vi como más allá el rocío congelado sobre el puente se empezaba a descongelar convirtiéndose en agua gota a gota…corrí hacia mi casa, ya no sentía mis pies.

El agua caliente golpeaba mi rostro quemándome, pero de alguna u otra forma lo disfrutaba, seque mi pelo en silencio, me vestí de igual forma, y me senté a escribir mi columna sobre “Problemas en la adolescencia”, la termine con una total decepción no podía creer que estuviera escribiendo sobre como eliminar un grano sin que queden marcas.

Dieron las 3:45 de la tarde, guarde mi típico cuaderno y uno de los tantos lápices, mi celular que no usaba más que para ver la hora y poner el despertador, en un bolso negro que tengo desde los 15 años. Me dirigí hacia mi nuevo trabajo y así empezó mi vida laboral como vendedora, un día común, totalmente corriente y solitario, unos cuantos viejitos pasaban a comprar pan u galletas por que el nieto iba de visita, algunos compraban de todo, DE TODO, otros simplemente iban a conversar, como el señor Ronald por ejemplo. Grase una señora de aproximadamente 54 años, pasaba a tomar un café todos los días como me comento la señora Greedwink , se rumoreaba por allí que Grase tenia fama de bruja por eso se mantenía tan silenciosa y observadora, y así pasaron los días, pero jamás vi a alguien menor de 40 años, hasta ese día.

La señora Greedwink me llamo el día anterior que había caído enferma, un simple resfriado pero que a su edad no valía la pena arriesgarse a empeorar, diciéndome entre toses de perro y estornudos que me dolían hasta a mi si podía ir a trabajar todo el día mañana, y por supuesto afirme.

Tenía que escribir mi columna, al día siguiente, pero probablemente encontraría 10 minutos libres para seguir escribiendo sobre acne y problemas idiotas de amistad que nunca tuve.

Al día siguiente salí de mi casa, cerré la puerta cuando me acuerdo que las llaves de la tienda las había dejado dentro, si soy un poco despistada, pero no idiota ni mucho menos ingenua, abrí nuevamente corrí hacia el florero donde escondía esas llaves, tome el antiguo llavero de bronce, que por su puesto amaba, la mariposa finamente esculpida sobre ese metal un poco oscuro pero sabio, un llavero pesado como ningún otro, pero especial a la vez, ya no los hacían como esos me dijo la señora Greenwink. Corrí al auto nuevamente, y llegue a la tienda, abrí y todo normal.

A eso de las 2 de la tarde llego la señora Grase a pedir su típico café, detrás de ella entro Ronald, les pase 2 viejas sillas que guardaba la abuela bajo el mesón.

-Hija, ven, acércate a conversar conmigo- dijo Grace

- voy voy- dije riéndome.

-Acércate deja mirarte bien-

Me sorprendió la seriedad que tenia en la cara, en una cosa de segundos ella ya tenia mi pelo entre sus manos.

-Siempre has usado el pelo largo?- pregunto con mi pelo en una mano y la otra sobre su cara.

-Si…-respondí

-Me gustan las ondas de tu cabello, probablemente indiquen las que hay en tu corazón y por que no decirlo… en tu imaginación- Dijo mirándome fijamente a los ojos. No respondí nada.

-Te sientes sola?- me pregunto. Sentí como se metía dentro de mi corazón y rebuscaba en los rincones que ni yo misma conocía.

-La verdad no…- dije seriamente haciendo una mueca con la boca.

-mmm… está bien, pero recuerda que llorar nunca es malo, ya lo sabes..-

-mmm, si, gracias- respondí pensativa

No se en que momento, pero me pillo desprevenida, tomo mi cara entre sus dos manos

-Lindos ojos…- dijo

-Gracias- respondí a penas podía gesticular con sus 2 manotas aprisionando mis mejillas. Sentí como sonó la campana de la puerta pero no preste mayor atención. Grace seguía observando mi cara con detención, ya me estaba incomodando, no soportaba que me tocaran por tanto tiempo y menos un “extraño”, pero de sus manos emanaba un calido sentimiento, por eso no me quite, eran como las manos de mi madre en los días que el sol brillaba sobre nuestro hogar, sentí la melancolía subir por mi estomago hasta mis ojos, quise romper en llanto cuando algo interrumpió mi mirada…La primera persona joven que veía entrar en días, aproximadamente tenia sus 22 años, al menos eso calcule antes de darme cuenta que era increíblemente guapo, bueno quizás no tanto, pero al no haber visto alguien de tu edad por mucho tiempo cualquier mamarracho que pase por el frente sin arrugas va a ser guapo, de pelo castaño que pudo haber sido madera sin lugar a dudas, piel tersa, ojos pardos, vestido completamente de negro, lo debí imaginar, pero allí seguía yo, con mi cara completamente deformada entre las manos de grase, mirándolo fijamente, me miro por segundos y hizo una mueca hacia al lado con su boca, me sonrío…, la verdad mas bien yo creo que se río de mi cara, el hojeo una revista rapidamente y luego….

-Que miras linda?- dijo grase
- Nada nada señora- desperté de mi sueño y me quite de entre sus manos sin pensarlo.

Cuando volví a mirar el ya estaba saliendo de la tienda.




No hay comentarios:

Publicar un comentario