jueves, 4 de marzo de 2010

Cold ocean.05


- Una chiquilla tan linda como tú soltera, debo sonar como los jovencitos de ahora, pero es impresionante la verdad.- dijo con una expresión que lo hizo ver más joven.

- Usted sabe mejor que yo que físicamente no soy lo más hermoso…”- mire el suelo…

Tomó mi barbilla y levanto mi cara.

- No veo en ti, problema alguno, me gustan tus ojos ya sabes, la ventana del alma, y no veo problema alguno en tu alma, en tu intelecto, eres como una rada de tranquilidad que a muchos les falta en estos tiempo, que es lo que no ven los demás…- dijo aún con su mano en mi barbilla, pensativo.

- Ya sabe como son las cosas ahora señor Ronald, no soy flaquísima ni tampoco muy voluptuosa, no mido 1.68, y eso es lo que buscan ahora, partiendo por eso. Pero yo tampoco puedo amar a alguien real…- dije bajando la cabeza nuevamente.

- Como es eso Marie?-pregunto.

- Tengo traumas, lo reconozco, odio las mariposas en el estomago, el sentirme atada a alguien, sufrí mucho de niña…los niños me miraban feo, por ser diferente, y no se como estar bien con alguien que no sea un adulto…ya sabe…- Rompí en lagrimas..

- Tranquila Hija- me abrazó, el primer abrazo que recibía en días- Ya verás…. “Llora hija, llora” eso dijo la psíquica no? O algo parecido verdad…tú disfruta ser quien eres y con quien te quiere, no le ruegues a nadie…jamás.- dijo con voz calma, hipnotizante, deje de llorar en segundos, volví a sonreír.

- Perdón señor Ronald, gracias…-Dije tomando su mano.

Caminamos de vuelta tranquilamente mientras el sol se escondía, maneje hacia su hogar, nos despedimos, espere que el entrará a su casa azul, cuando hubo cerrado la puerta, mire la rosa sobre el espejo… suspiré y maneje de vuelta a casa.

-0-0-0-0-

Al día siguiente, desperté sintiéndome algo extraña, quería que alguien me acompañara en mi soledad, me gusta estar sola, pero no me siento completa, me bañe lentamente, dejando que el agua quemara mi piel.

Afuera llovía como nunca, pero no tenía las fuerzas ni ganas de prender la vieja chimenea, simplemente me puse encima todo lo que encontré hasta que los temblores de mi cuerpo se detuvieran, salí al bosque….buscando Robincs quizás, quien sabe mi imaginación no debe estar tan afectada después de todo.

Los pinos a mi alrededor detenían ligeramente la lluvia sobre mi cabeza, olía a madera mojada, las hojas bajo mis pies sonaban tenuemente, creo que en esos momentos flotaba, me perdí dentro de mi propia mente, recordando las palabras del señor Ronald, pensando en mis sueños, buscando inspiración, encontré una pequeña roca medianamente seca bajo un gran roble, me senté sobre ella, y saqué de mi bolso un cuaderno y un lápiz…al fin había encontrado la inspiración que me faltaba. “Clarisse huyó asustada desde su casa, miraba hacia atrás y aún podía ver a su tía Amanda con un palo en la mano amenazando, corriendo tras ella como podía… sus gordas piernas pronto se cansarían, pensó. Pero aún tenía miedo, si cerraba los ojos todavía escuchaba los gritos graves de la tía, no tenia escapatoria ni en su propia imaginación…”

Cold ocean.04


Ronald se subió al auto, yo mientras busque la chaqueta larga que guardaba en el maletero y me la puse, para verme un poco más “elegante”.Mi imagen de trabajadora chocaba un poco junto al formal traje de Ronald.

-Buen copiloto que tengo hoy – dije mientras arrancaba el auto.

-Hace ya casi 15 años que no tenia una cita, veamos que tan buenas son las jovencitas de ahora para las salidas con hombres – dijo con una voz calma

- Me está poniendo a prueba?- dije mirando el camino.

-Quizás…Y bueno Adonde rayos vamos?....- dijo mirando por la ventanilla.

-mmm…- dije.

-Al cine, Al bosque, A su casa, A “Jackson’s” , A un concierto de rock, A la playa, mmm A una cena…donde donde – dijo, sentí como se clavaba su mirada en mi cara.

-Quizás a todas…- dije mirándolo por 2 segundos y volver rápidamente la vista al camino.

Luego de media hora de viaje, llegamos a TreeSun.

-A si que TreeSun eh?- dijo.

-Agradezcamos que hace tiempo que perdió el “Sun”, por eso me gusta venir- dije. Estaba abriendo la puerta cuando me di cuenta, que el estaba muy formal para venir a un paseo por la playa. Se le iba a arruinar el traje.

- Ay Dios perdón señor…no había pensado otro lugar para donde ir!....- Dije alarmada.

-Que tiene de malo este?- dijo mirando a su alrededor.

- Nada nada, pero su traje señor, lo va a arruinar aquí…-dije un poco triste.

-Hija, si fueras un viejo de 76 años, solitario y una linda chica te acompañará a la playa, lo que menos te importaría es el traje…créeme- dijo mientras abría su puerta.

-Aún así!! …no no súbase vamos a Jackson’s…- dije tomándolo por el brazo. Pero el se salió del auto, camino hacia mi lado y me tendió una mano, resignada la tome, e hice que rodeara mi brazo con el suyo, saque del asiento trasero una bufanda blanca que me tejió mi madre antes de venir y se la enrolle al cuello.

-Por lo menos así no se resfría- dije. El simplemente sonrío y emprendimos marcha, la arena estaba húmeda, por suerte Ronald no accedió a sacarse los zapatos conmigo, quizás que resfriado hubiese pescado, caminamos cerca del agua, el aferrado como si fuera un niño a mi brazo, yo sintiendo la calidez de abuelito que ya había olvidado hace tiempo.

-Señor, por que no me cuenta sobre usted un poco? Creo que estamos en una cita y al parecer no lo conozco…- dije mirándolo sonriente.

- Desde un principio pensé que era una niña valiente, accedió a venir a una cita conmigo siendo que nos hemos visto cuanto….6 veces nada más- dijo, reí.

-Que le puedo contar…aver, tengo 76 años, soy viudo hace 15 años, mi mujer murió de cáncer al pulmón, vivimos toda la vida en una ciudad a 6 horas de aquí, cuando ella falleció y mis hijos lo único que buscaban era un hogar de ancianos para abandonarme allí fue cuando decidí venir aquí, tuve 3 hijos: Roderick, Nicholas, Gregory. 6 nietos que no probablemente no me recuerden…: Alice, Arthur, Sebastian, Thomas, Robert, Erick. 6 preciosos niños, en ese tiempo, ahora quizás cuantos años tengan… Los perdí de vista hace más de 20 años… Los otros solo los conocí por fotos que mis hijos enviaban cuando se acordaban de este anciano.

Mi padre era relojero, y mi madre vendía justamente…relojes, teníamos mucho dinero, las chicas me perseguían…Pero mi fallecida esposa… éramos almas gemelas, lo que espere toda mi vida, perfecta para mi, fue como si yo hubiese nacido con bordes y ella encajara perfectamente en ellos...Ay la recuerdo, su olor, el color de sus ojos, su risa contagiosa, sus manos….todo. Sabes… tu tienes su mismo color de ojos…No te enojes viejita allá arriba, tu sabes que eres todo para mi y ya nos vamos a encontrar, no te pongas celosa de esta jovencita tan buena- dijo mientras miraba al cielo, sentí como se estremeció.

- Y usted que hacia de joven?- pregunte curiosa, intentando de que no se desvaneciera ese delicado cuerpo que tenia a mi lado.

- Yo trabaje toda mi vida en la tienda de relojes de mis padres, vendiendo, armando, reparando relojes, escuchando siempre el tic tac continuo, de nunca acabar, tenia más presente que todos que el tiempo corre eternamente, cuantas cosas se esconden entre el tic y el tac de los relojes, algunas de ellas las descubrí. Ese sonido a veces molesto yo lo escuchaba todo el día, tejía redes en mis pensamientos, cada tic tac era un punto que enredaba mis pies a ese lugar. Pero la verdad linda… yo tenía un trabajo secreto, nunca quise decirles a mis padres, tú sabes como era en esa época, como eran considerados los hombres artistas. Era escritor.- dijo mirándome fijamente.

- Escritor! Wow! Cuénteme más- dije emocionada, de verdad interesada en ese ancianito.

- Publique 3 libros bajo el seudónimo de E.R…”Única y Inmensa”,

“Gracias” y “Más bella que tú”, me perdía momentáneamente en mundos preguntándome cada segundo, si alguna vez me sucedería lo que escribía en hojas cafés, Si mis sueños se harían realidad. Aun tengo sueños sabes, pero la gran mayoría los cumplí cuando conocí a mi esposa. Era la doncella de mis sueños, La bruja también –rió y le respondí con una corta risita- La mariposa, Mi maremoto, todo, La madre de mis hijos, mi compañía, mi razón de reír.

Por eso cuando la perdí, vine buscando compañía aquí, no quería estar rodeado de viejos seniles que perdían la razón segundo tras segundo-

Sostenía la rosa azul en una mano, mientras dejábamos huellas que se borraban con el mar, caminamos 1 larga hora, el contándome de su vida, yo simplemente lo escuchaba… Era un hombre interesante, bueno para hablar, se sincero tanto conmigo que no sabia como agradecerle todos los pensamientos nuevos que me hizo conocer, nos sentamos en una roca más o menos cómoda para un hombre de 72 años, para mi nuevo amigo, para mi único amigo.

-“No puede haber, donde la encontraría, otra mujer…igual que tu, no puede haber desgracia semejante…otra mujer…igual que tú, con iguales emociones, con iguales expresiones que en otra sonrisa no vería yo, con esa mirada atenta a mi indeferencia…”- Recuerdo que esas fueron las primera líneas que publique en mi primer libro. Y tu hija.. cuéntame de ti..- dijo mirando directamente a mis ojos, reconocí su emoción tan a flor de piel, lo admiraba de verdad.

Le conté un poco de mi historia, el por que llegue aquí y por que decidí quedarme en esa casa demasiado grande para una persona. No me gustaba hablar de mi misma ni de mis emociones, pero el ya sabia más que todos los demás.


Cold ocean.03


- Hummjum…-dijo volteándose a mirar al desconocido.

Reí nerviosa

- no no, no es lo que usted esta pensando, solo que es un poco sorprendente ver a alguien joven por aquí – dije

Me miro con caras de pocos amigos.

- No no digo, es que si, usted también es joven, pero de mi edad no he visto a…..

- Jajaja no te preocupes hija, entiendo….Los años pasan tanto en mi como en ti, solo que a ti no se te notan, pero esta bien, bueno me largo, aquí esta el dólar, y mi energía que ya absorbiste pequeña esponja celeste.-Dijo sonriendo mientras levantaba su pesado trasero del pequeño banco.

- Bueno, gracias, adiós, vuelva pronto-dije casi como una maquina intentado comprender eso de “pequeña esponja”.

Supongo que mi cara se desfiguro lo suficiente para que el silencioso-hasta ahora- Ronald se percatara.

- No te preocupes hija, ella siempre anda con sus cosas del yang Jung y las energías y libra leo acuario, y quien sabe en que otras cosas anda metida esa vieja.- dijo con una voz carrasposa imposible de no identificar.

- Ay señor! Tanta amargura, la verdad a mi también me gustan esos temas, pero no logré entender el sentido exacto de la esponja celeste, usted no ande tan pendiente de lo que hace la señora, venga aquí, tómese un té mientras yo intento escribir algo.-Dije mientras golpeaba suavemente el respaldo del antiguo banquito de la sra Greedwink. El señor Ronald apenas podía sostenerse por si solo, así que lo tome por el brazo, para que avanzara con más seguridad, lo ayude a sentarse y volví tras el mostrador.

- Asi que… tu hija, escribes…- dijo.

- Así es, es por eso que vine aquí pero no todo a salido como esperaba, quería terminar mi novela sobre los Robincs-que son unas interesantes criaturas verdes que habitan dentro de los bosques intentando no ser descubiertos hasta que una adolescente descubre a uno …y bueno ahí siguen otra serie de acontecimientos- pero me vi apretada de dinero y acepte el primer trabajo que me ofrecieron: de columnista en una revista de adolescentes…-dije bajando el tono de voz al final de mi relato.

- DE ADOLESCENTES, pero que le pasa al mundo de hoy pequeña, aquí ni jovencitos hay, y buscan gente para escribir en revistas cuando estamos todos estos viejos troncos perdiéndonos la oportunidad de leer una novela de estos días para avivar aun que sea por segunditos nuestra juventud y ganas de vivir… pero no…aquí nos tienen olvidados, aburridos y casi sin ganas de vivir.- vi como los ojos del sr. Ronald poco a poco empezaban a llenarse de lagrimas y no supe que decir, era la verdad…Estaban tan abandonados.

Mis ojos se llenaban de lagrimas junto a los suyos, pude sentir lo que el sentía, el abandono, el rechazo, el olvido de las almas, como era posible, que un hombre que dio vida a una familia, que rió, jugó, trabajó para poder poner cimientos y que sus hijos no pasaran frío…fuera olvidado, se llenara de polvo poco a poco como un mal libro antiguo….sin embargo soplamos el polvo de la portada gastada de “La Odisea” y seguimos con nuestras manos pegadas a sus hojas, siendo simplemente un antiguo libro gastado, que cuenta una y otra vez la misma historia…Y perdemos la oportunidad de conocer misterios guardados en la infinita mente humana.

Me sentí mal, por no haber conocido más a mi familia, y esconder mi nariz entre páginas amarillas. Me sentí egoísta de querer que otros metieran su nariz en mis libros para leer mis historias…y dejar de escuchar la de algún ser más cercano.

El señor Ronald me miro con detención mientras más pensamientos relampagueaban dentro de mi cabeza, se dio cuenta de mi confusión.

-Hija…Has tenido alguna cita últimamente?-

Su pregunta me sorprendió, mucho.

-No, por supuesto que no- dije entre risas.

-Te invito a una…-dijo sonriente, sentí como su mano áspera y delicada tomaba la mía.

-Acepto- dije sonriéndole

-Pero tu me llevas y me traes, además tu eliges el lugar, yo ya estoy muy anciano para esas cosas…-Frunció el ceño ….tras esos gruesos anteojos se ocultaban unos hermosos ojos verdes, que poco a poco se destiñeron con los años, debe haber sido guapo durante su juventud, lleno de vitalidad, rodeado de chicas hermosas, y ahora, aun conserva los rasgos, y me esta pidiendo salir a mi…jamás él hubiese pensado que terminaría así…rogando por compañía.

-Que tal señor…- Me vi interrumpida cuando una señora entro a comprar.

-espéreme, por favor señor Ronald- me enderecé para poder ver bien a la señora.

Miro todas las repisas y me pidió al menos 13 latas de diferentes alimentos, con dificultad alcanzaba las de más arriba, pero las alcanzaba….debía bajarlas más tarde ni yo ni menos la sra Greedwink podíamos alcanzarlas.

16 dólares con 25 centavos.

Y la señora se marcho.

-Disculpe, señor Ronald, que tal si salimos hoy luego de que yo cierre el local…-dije acercándome a su cara, como lo hacen las mujeres fatales.

-Me parece bien hija, entonces pasaré la tarde en la plaza que esta a unas cuadras, allí estaré, la casa azul número 847 es la mía, búscame ahí si no me encuentras. Bien, es hora de irme, Adiós.- Se levanto con dificultad, pero su bastón le dio las fuerzas necesarias para dar los 7 pasos que lo separaban de la puerta. Sujeto la puerta con sus pocas fuerzas para dejar que una mujer de unos 45 años entrara. Gracias dijo ella. El solo se sacó la boina y continúo.

-Adiós.- dije sonriendo.

-Hola, Buenas tardes en que la puedo ayudar?.- dije.

La mayoría de los que entraron preguntaron por la señora Greedwink, les respondía que estaba con gripe y la mayoría de ellos se alarmo, la deben de querer mucho en el pueblo. Tuve la valentía para preguntarle a un señor, de si el sabia hace cuanto la sra Greedwink tenía este negocio. 55 años, en el mismo lugar, con la misma señora atendiendo.

Tenia el respeto y el afecto de todos los del pueblo, se sorprendían al ver una nueva persona detrás del mesón, curiosos hacían preguntas, debo admitir que me sentí interrogada, pero felizmente no obtuve el rechazo de ninguno.

Escribí mi columna sobre el creciente desinterés de los jóvenes por conocer las vivencias de los ancianos. Primera vez que sentí que escribí algo productivo para la vida, probablemente lleguen reclamos por que la columna es muy aburrida, pero me quedo con el corazón tranquilo sabiendo que lo leyeron y quizás algo se les grabo en sus ocupadas mentes llenas de tecnología.

Saque un vino desde la repisa, deje los 8 dlls dentro de la caja, y cerré.

Subí a mi auto, llegue en pocos minutos a la plaza, no lo vi por ningún lado.

Busque la casa azul hasta que la encontré, estacione fuera y me baje.

Toque la puerta con una manilla que tenía la forma de una mano empujando una redondísima piedra, la puerta de madera antigua y oscura retumbo con un sonido grave y cerrado. El vecino, un viejito de piel oscura sentado en las escaleras fumando un puro, me miraba con sorpresa, y no lo juzgo, por que si era una escena lo bastante rara para observar.

Lo mire hasta que la pesada puerta en frente mío se abrió, el señor Ronald, estaba perfectamente vestido, con un traje azul marino perfectamente planchado, un pañuelo en el bolsillo de la chaqueta, un sombrero que le hacia juego con su perfecto terno, zapatos negros perfectamente lustrados, su pelo desordenado como siempre. Observe como con dificultad buscaba algo en su bolsillo, sosteniendo con la otra mano el bastón, sacó una hermosa rosa azul y la estiró hacia mí.

Levante la mano para alcanzar la rosa, le ofrecí mi brazo izquierdo para que se sostuviera mejor.

-Esta muy sexy esta tarde señor Ronald- dije bromeando.

-Siempre he sido así nena- Me devolvió la broma.

-Adiós vecino…- le dijo el hombre de piel oscura.

-Hasta mañana señor.- dijo agachando la cabeza.

-Adiós – dije yo, levantando una mano.